Esta capilla fue fundada en 1435 por Don Sancho Dávalos, regidor de Murcia, Señor de Ceutí, comendador de Lorquí y Caballero de la Orden de Santiago. Sus últimos propietarios fueron los marqueses de Espinardo.
Alberga uno de los retablos barrocos más esplendidos de nuestra Catedral, siendo, probablemente, junto a las esculturas que lo adornan, proyecto del gran escultor murciano del XVIII, Francisco Salzillo. El retablo, de madera ricamente dorada y policromada, muestra unas columnas pareadas, dos de ellas salomónicas, que enmarcan la hornacina que acoge la figura de la titular, Nuestra Señora del Socorro.
En la parte superior del retablo queda la representación de San Antonio Abad, que nos remite a la advocación primitiva de la capilla. Un gran cortinaje tallado en madera, en la parte superior del retablo, parece cubrir toda la estructura en un alarde de teatralidad, propia del barroco.
Se tiene noticia de que es en esta capilla donde se enterraron los restos de Jerónimo de Ayanz y Beaumont, fallecido en 1613, conocido como el Da Vinci español del XVI, militar que destacó como pintor, músico, cosmógrafo y, sobre todo, como genial inventor.